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domingo, 9 de enero de 2011

La Flor Lunar

Capitulo X


(Tam)
Mientras lo apuñalaba los motivos que me llevaron a este punto pasaban por mi mente, recordé la tristeza que siempre observaba en el rostro de mi madre, a veces yo conseguía robarle alguna que otra sonrisa, pero no vi aquel milagro hasta que mi madre conoció a Yue, nuestro primer encuentro fue en una vieja cabaña, mi madre estaba muy feliz, hace tiempo que no la observaba tan contenta, ella y el otro gruceen se esmeraba en cuidar de la pequeña bebe que tenía la piel de color azul, quede impresionado, creo que esa es la razón para tener tan grabado ese recuerdo en mi mente, pero un mañana dejamos de ir, pero Yue se vino con nosotros al palacio, sin embargo seguía estando bajo la vigilancia de mi madre, quién día con día observaba como se iba debilitando, le roge muchas veces a mi padre por explicaciones, pero como siempre ha hecho a lo largo de mi vida, me ignoro, y solo un par de semana después mi madre falleció, me sentí desolado, no me entere de lo que realmente le había sucedido hasta que cumplí los doce años, el breenum de mi madre, Meredith me explico que la antigua reina había querido convertir a Yue en humana, pero el esfuerzo fue demasiado para ella, su cuerpo no lo resistió, en ese momento odie tanto a Rhiannon como a Yue, pero cada vez que observaba sus ojos, veía su determinación por ser aceptada, llegando al punto de crear un disfraz, supe que por más que lo intentara me era imposible seguir guardándole rencor, pero con mi padre la situación era distinta, él ni si quiera pareció entristecido por su pérdida, él jamás me quiso a mi ni a Yue, sin embargo ella tenía la extraña obsesión de querer ganarse su afecto, de ser aceptada por el rey, quién siempre la uso, era otra victima de su avaricia, por eso sentí el deber de cuidarla y protegerla, el único motivo por el cual la criaba Rhiannon era simplemente por tenerla cerca, forzar alguna clase de lealtad, todo iba según su plan hasta que llego Daniel, me di cuenta que ese humano de alguna forma despertó la parte rebelde de Yue, la cual solo conocí hace nueve años, desde entonces había aceptado su realidad e intentado comportarse intachablemente, ver esa parte de ella nuevamente me descoloco un poco al principio, quise que la mantuviera oculta, no quería verla sufrir por tomar riesgos innecesarios, cuando fui enlazado a ella me sentí seguro, confiado, finalmente podría cuidarla y hacerla feliz, siempre la quise, al principio creí que era el típico sentimiento fraternal, después de todo habíamos crecido juntos, pero nuevamente la llegada de Daniel hizo darme cuenta que lo que sentía no era nada inofensivo, inicialmente no soportaba la idea de dejar a Yue sola con él, era tanta mi incertidumbre que irrumpí en su casa, le deje en claro que no permitiría que jugara conmigo, pero aquella acción tan precipitada solo provoco que Yue se alejara de mí, me percate de ello cuando la encontré vagando en el bosque, al principio parecía resistirse a contarme lo que le pasaba, eso me dolió mucho, siempre fui su confidente, pero me partió oír sus sollozos, me prometí que haría cualquier cosa por evitarle cualquier sufrimiento, más si estaba relacionado con su breenum, al principio creí que los celos que percibía en mi se debían principalmente a que en toda la infancia de Yue fui su centro, su pilar, ahora ese puesto me era arrebatado por Daniel, ¿Qué iluso fui?, la verdad es que estaba celoso de eso no había duda, pero el motivo era completamente diferente, yo la amaba, por esa razón tome la decisión de irme vivir con ella, pero con tenerla cerca solo conseguí percatarme de que había actuado demasiado tarde, ya no existía ninguna posibilidad para mí.
El adelanto de nuestro enlace solo hizo avivar viejos temores que Yue tenía, estaba claro que mi padre quería deshacerse de ella, yo me sentía atado, incapaz de hacer algo para ayudarla. Una mañana observe lo pálida que estaba su rostro, fue como revivir mi peor pesadilla, la muerte de mi madre había dejado cicatrices muy profundas, pero a diferencia de esa ocasión, ahora no era un niño, me enfrente a Yue, corría el riesgo de perderla, pero prefería a que se enfadara conmigo a que desapareciera de mi vida, simplemente pensarlo me aterro, sin embargo mi intervención no fue suficiente para convencerla, de no ser por Daniel, la historia habría sido diferente, estaba en deuda con él, a pesar de que comerse la flor, no fue la idea más inteligente, a menos eso impidió que Yue continuara con sus planes de convertirlo en humano, verla sufrir por él era algo que a penas podía soportar, egoístamente deseaba que Daniel despareciera de nuestras vidas, esta era mi oportunidad, la situación era muy peligrosa para Yue, estaba seguro que si ella hacia algo en contra de los deseos de Rhiannon usaría a Daniel para castigarla, se que mi motivación no era la más noble, simplemente quería alejar a Daniel de ella, aún guardaba esperanzas de que pudiera ganarme su corazón, lo más punzante es que hasta el breenum se dio cuenta de mis sentimientos, era doloroso que ella aún no lo viera, vague por los bosques, ahora deseaba no haberlo visto, y así poder seguir en mi auto-engaño, porque cerca del lago observe como Yue y Daniel se besaban, las expresiones de ambos demostraban el gran cariño que se tenían el uno a otro, me sentí destrozado, jamás existió posibilidad para mí, jamás, ¿Qué tenía ese humano que en tan solo unas semanas había conseguido llegar al corazón de Yue, al cual yo he estado intentando acceder por diecisiete años?
Me aleje rápidamente de ese lugar, aquella imagen se reproducía infinitamente en mi mente, no se cuantos minutos pasaron hasta que logre calmarme, pero para aumentar mi angustia, a la distancia vi a Yue con su piel celeste, hacia años que no la observaba sin su disfraz, se veía tan hermosa, me dejo sin aliento, no se como siempre conseguía hacerlo, todo el enojo que me embargaba por no ser correspondido desapareció, sabía que no era su culpa, sabía que ella me quería, pero era un sentimiento más fraternal; junto a ella se encontraba Daniel, ambos estaban tomados de la mano, como era de esperarse Rhiannon llego de inmediato para reprochar a Yue, iba a interceder por ella, aunque no tenía claro que iba a decir a su favor, pero para mi sorpresa Yue le contesto altivamente a mi padre, por primera vez no estaba conteniendo su frustración, aunque era doloroso escuchar sus aflicciones, me alegro que al fin les dejara en claro a todos lo importante que era para nuestro pueblo, luego pensaría en como sacarla del embrollo en que se estaba metiendo, pero de la nada un gruceen ataco al rey, mi primer impulso fue ir en su defensa, no fui capaz de hacerlo porque mientras luchaban me di cuenta que con su muerte era la única forma de que Yue sería libre, así que me quede en mi posición, pensé que el gruceen ganaría, parecía llevar ventaja, pero luego observe como mi padre apuñalaba al extraño, al cual tras estudiarlo un momento recordé que lo conocía, se trataba del gruceen de aquella cabaña, en el instante en que Yue corrió a su lado, supe que se trataba de su padre, aquel cabello blanco que ambos compartían era la prueba que necesitaba, la oí llorar de agonía, quería consolarla, pero la pequeña daga que cayo junto a mis pies llamo mi atención, la sostuve, sortee la posibilidad de terminar la tarea de Hex, ¿sería capaz?, frente a mi tenía al causante de la infelicidad de mi madre, lo sé porque cuando registre su oficina encontré una carta de despedida, donde le comunicaba Rhiannon que lo abandonaba y que ya no soportaba más, pero jamás sabré porque no lo llevo a cabo esa amenaza, y junto a el halle el collar que hace un tiempo le entregue a Yue.
Todo el desprecio que sentía hacia el rey salió a flote; la manera humillante en que trataba a todos, pero en el momento en que lo escuche reír, regodearse del sufrimiento de Yue, fue todo lo que necesite para infundirme el valor para matarlo, sentí como la daga perforaba su pecho, el me miraba desconcertado, seguramente no se esperaba mi traición, estaba seguro que recordaría ese rostro en mis pesadillas, pero ahora solo deseaba librar a todos de su desagradable presencia, en especial de mi amada Yue, aunque esta vez mantenerla a salvo me iba costar su completo desprecio, ella jamás lo entendería, lo confirme cuando vi su cara de consternación, definitivamente la había perdido, aparte mis ojos de ella, deje caer el cuerpo inerte de Rhiannon, me pare lo más firme que pude, levante mi barbilla.

- ¡Yo Tam, hijo de Marion y Rhiannon, reclamo mi puesto como su monarca! – dije con voz solemne- ¿alguien se me opone?

La tradición dictaba que una vez muerto nuestro rey, el heredero tenía derecho a reclamar el puesto de su padre, pero si algún gruceen no estaba de acuerdo, podía retarlo a duelo y convertirse en rey, pero lentamente breenum y gruceen se inclinaban ante mi, prometiéndome su fidelidad, pero a mi me interesaba una sola persona, Yue, ella fue una de las últimas en hacerlo, aún caían lágrimas por sus ojos; Daniel estaba a su lado, finalmente podrían ser felices esos dos, porque liberaría Yue de su promesa.
Todos estaban arrodillados, bueno no todos solo faltaba Daniel, tal como yo esperaba, lo que hacía era una gran ofensa, pero se lo deje pasar, simplemente por que me devolvió una cómplice sonrisa, el entendía lo que había hecho y porque; valore mucho ese gesto, ordene a todos que se levantaran, me dirigí al bosque con la daga ensangrentada en mi mano, en ese instante necesitaba desesperadamente un momento a solas.

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